¿Funeral cancelado por falta de muerto?

El funeral. Durante todo el día sentí que estaba en una especie de velatorio. Era el último día, del último día, del último día, de varios días que quedan por delante. 

Cada minuto que pasaba desde que arrancó el partido sentí que había que absorber y memorizar cada segundo como si fuese el recuerdo del último respiro.

Aún ganando, teníamos varios millones de personas esa sensación rara de que no habíamos ido a la cancha, y que quizás había sido la última gran oportunidad.

Todo pasó como tenía que pasar... todas las pelotas iban a él. Todas entraban. 

En el minuto 80, la sensación de que podía salir para tener sus merecidos aplausos crecía con la adrenalina de cada argentino que desde su sillón, o desde las flamantes butacas de los millonarios, se preparaba para pararse también.

Pero no, a él no le gusta salir. Ya sabemos que se hace lo que él dice. Y llegó el minuto en el cual un extraño decide un final que nadie quiere ver. Un desconocido sopla y millones de almas ven cómo la magia se desvanece y comenzamos de nuevo con el funeral.

"¿Te acordás cuando lo vimos hacer tal cosa? ¡Qué lindo ese día en el que le pasaron la pelota en la mitad de la cancha y se fue solo! ¡Qué loco lindo, che! ¡Yo lo vi en vivo decir 'qué te pasa, bobo'!" Y cual gerontes ensillados frente al cajón, comenzamos con las historias... reales o no.

Hasta que habló. Dos periodistas lo esperaban para el protocolar cierre de transmisiones oficiales. Las preguntas clásicas se olvidaron para comenzar con el ¿cómo te sentiste al entrar? ¿y en el primer gol? ¿y en el segundo? Nunca se habló de deportes, sino de sentimientos.

Y habló él. Ahora que habló, no estamos seguros de si fuimos a un funeral o si algún cálculo matemático lo llevó a decir lo que dijo. Nadie sabe a ciencia cierta si un alga que encontró el CONICET en las profundidades del mar pueda dar 5 años más a cada deportista. O si Elon no hará alguna antena loca que nos permita estar 90 minutos en la cancha muchos años más. No lo sabemos.

Lo que sí sabemos y confirmó es que él tiene las mismas ganas de quedarse que nosotros de que se quede.

Nota editorial por Rocio Martín / @rociomartinsia @siasienesinquietas